Parte del tratamiento de alguien que sufrió quemaduras graves implica limpiar y curar regularmente sus heridas. Este procedimiento es fundamental para la recuperación, pero puede resultar extremadamente doloroso. SnowWorld y Virtual River Cruise son dos videojuegos que usan realidad virtual diseñados especialmente para ser utilizados en ese momento doloroso y con el objetivo que los pacientes se sientan un poco mejor.

En SnowWorld (SW) los pacientes entran en un mundo helado. En él pueden entrar en cuevas de hielo, tirar bolas de nieve, y explorar un entorno virtual que incluye iglús, muñecos de nieve, pingüinos, mamuts lanudos y peces voladores. Hoffman y equipo realizaron varias investigaciones parar probar si este mundo virtual helado era útil para que los pacientes se distraigan y el procedimiento de limpieza de las heridas fuera un poco más llevadero.

En uno de sus estudios probaron su uso con un grupo de pacientes a quienes en un momento se les permitía jugar a SW y en otro momento se les brindaba la terapia habitual con analgésicos. Como resultado encontraron que al jugar SW experimentaban menos dolor y, además, quienes dijeron sentir que se "metían" en el mundo virtual (es decir que experimentaban más inmersión y el estado psicológico de “presencia”) tenían menos dolor. En otros experimentos con sujetos sanos (sin quemaduras) incluso encontraron que al jugar SW los sujetos pasaban menos tiempo pensando en el dolor. De hecho se observó menos actividad cerebral en las zonas asociadas al dolor. Y en todos los casos los participantes dijeron divertirse.

Virtual River Cruise (VRC), se diseñó para ser utilizado en población pediátrica: niños y niñas que sufrieron quemaduras graves y que también requieren de la limpieza y curado regular de sus heridas. En este videojuego la protagonista es una nutria que viaja en un bote río abajo. El jugador tiene que activar estatuas que soplan nieve. Cuantas más estatuas se activan, más baja la temperatura en el juego: el termómetro del bote lo muestra, y la nieve empieza a acumularse a su alrededor. Para controlar el juego, los niños solo tienen que inclinar la cabeza, lo que permite que el personal médico realice los cambios de vendaje sin interrupciones.

En el diseño de VRC se enfocaron en dos cosas clave: que el entorno generara una sensación de frescura, y que los desafíos del juego requirieran atención y pensamiento activo. Cuanto más concentrados estaban los niños en el juego, más se distraían del dolor. Para probar si el videojuego tenía el efecto buscado asignaron aleatoriamente a pacientes a tres grupos: jugar VRC vs. mirar una partida de VRC vs. técnicas tradicionales (uso de tablets, música, libros, charlar). Al analizar los resultados encontraron que ambas versiones de realidad virtual (jugar y mirar la partida) ayudaron a reducir el dolor, pero la que permitía jugar activamente fue la más efectiva. Y en esa situación habitualmente dolorosa... los pacientes dijeron haberse divertido!